Bendice su dorada cascada, miro lejos, deseo el tormento de remolinos, bravío extenuante y por fin de nuevo el río, su agua, el mar, al amar y el sentir, despojar y subir alto, muy alto, al cielo, mi cielo.
Destronando reinos de aire, alardeo de batallas pasadas.
Insigne manifestación de quejidos y trasiego de emociones.
Llévame al límite de la sinrazón, ahógame en horas de sentimientos.
Sentémonos aquí, a la sombra del sicómoro, junto a mi río, tu río, nuestro río. Oliendo la eterna fragancia del azahar que sale del otro lado de la orilla.
Frescor, dulzor, amor y resuello. Tumbados junto a la vida, es nuestro, amor, camino del mar, nuestro mar, sin tiempo, sin espacio, sin más que cuerpos, deseo de antaño.
Piel arrugada y marchita, mirando al fin del mundo, nuestro mundo, anhelo y sueño.
"He sopesado, tú, si tú"
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