lunes, 8 de enero de 2018

El castillo de naipes

Hace tiempo que estoy intentando dilucidar cual es el origen del como y del por qué de las cosas. Ahora me doy cuenta de que somos un castillo de naipes, donde la más mínima brisa hace que se desmorone aquello que con tanta pasión e ilusión estás creando. Donde las indecisiones y la mas ruin de las necedades, la felicidad falaz, tambalea tu mundo, tus opiniones y tu entereza. Hace poco me embarqué en un viaje solidario a África, allí encontré ruindad, miradas tristes y sin futuro. Personas o mas bien gente o mejor aún, individuos, que vagan por las calles simplemente porque su único futuro es comer al final del día y eso hace que familias dejen morir al más débil para que los demás puedan tener algo que llevarse a la boca. Niños que no hacen mas que buscar los brazos para sentir seguridad.
He ahí donde está el castillo, el castigo a nuestro ego, a nuestro ser completo, donde nos damos cuenta de que no somos nada, de que peleamos por el amor de alguien, cuando somos prescindibles en la vida de los demás. Vamos a ayudar, si, pero ¿alguien ha pedido esa ayuda?, directamente a mi persona no. Vamos a negar entonces que esta experiencia nos hace mas humanos, que nos baja al submundo, subdesarrollado y subinteligente, en comparación con nuestro mundo occidental e inhumano que nos ha tocado vivir, vamos a negar que esos individuos no necesitan nuestra ayuda, vamos a sucumbir al encanto de que nos toquen el hombro para decir que buenos somos y que bien hacemos a la humanidad. Si pretendes cambiar la vida de alguien, comienza por la tuya. Se valiente o valienta en decir lo que deseas, lo que quieres y vuela, pero que el batir de tus alas no destroce los castillos de las demás.

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